El nivel epistémico y ético de la comprensión*
La
cantidad de transformaciones experimentadas en las últimas décadas se dice que
superan a las sucedidas en los tres siglos precedentes. Las sociedades de todo
el globo han experimentado cambios vertiginosos que transforman los diferentes
niveles de la realidad. Esto ha generado fenómenos inéditos tanto en el ámbito
estructural como en el ámbito subjetivo y social.
Para
los que estamos en el campo de las ciencias humanas y sociales es preponderante
la “comprensión” de dichas transformaciones si es que pretendemos afrontar los
retos y necesidades que se presentan en nuestras sociedades. Pero eso implica por
principio de cuentas, concebir a los campos del conocimiento social y humano
desde una matriz epistémica abierta al acontecimiento, es decir, tener un
pensamiento atento a las transformaciones y contingencias de la realidad -como lo
es la pandemia del coronavirus.
En ese
sentido, el “pensamiento complejo” -desarrollado por el filósofo francés Edgar Morin
(2010; 2004; 2001; 1982) desde hace más de medio siglo- es una perspectiva que
se mueve en esa dirección. Es un paradigma que aporta herramientas conceptuales
y estrategias metodológicas para la comprensión humana, en donde “comprender
significa intelectualmente aprehender en conjunto, com-prehendere, asir
en conjunto (el texto y su contexto, las partes y el todo, lo múltiple y lo
individual, lo local y lo global)” (Morin, 2001, p. 90).
Para Edgar Morin, de lo que se trata es de combatir la ceguera del conocimiento causada por la obsesión y recelo monodisciplinar, así como, por la creciente tendencia a la superespecialización de la ciencia, que tiene como efecto la fragmentación, reduccionismo y compartimentación del conocimiento, lo cual produce visiones distorsionadas y distorsionantes de la realidad que, dicho sea de paso, no ocurren simplemente por limitaciones o incapacidad, sino porque son fallas o errores programados, que obedecen a fines e intereses del poder como lo analizara Michel Foucault hace medio siglo o, recientemente, Manuel Castells.
En ese
mismo orden de ideas, lo que se pretende en esta reflexión es poner en la palestra
e insistir en la necesidad de propulsar formas de pensamiento relacional,
vinculante, holístico, sistémico, ecológico, como formas de abordar la realidad
para su comprensión desde un principio onto-epistémico de la complejidad. Esto
conlleva, en el plano del conocimiento y de la investigación, una cierta
gramática y significantes paradigmáticos, a saber: multidimensionalidad,
multirreferencialidad, interdisciplinariedad, lo macro y micro temporo-espacial
y, también, el desarrollo de una capacidad heurística, un pensamiento creativo,
lateral y divergente.
Estos
presupuestos epistemológicos bien podrían tener un nivel axiomático, pero,
también axiológico, pues como señala Morin (2001) hay dos comprensiones: la
comprensión intelectual objetiva de la que ya hemos hablado y la comprensión
humana intersubjetiva, la cual implica: empatía, generosidad, compromiso y
responsabilidad. Para los que nos dedicamos a las ciencias humanas y sociales
y, en particular, a la pedagogía, que tiene como campos problemáticos la
formación y la educación, la apertura epistémica hacia la realidad y la
apertura ética hacia la otredad bien podrían ser los principios que guíen toda
nuestra actividad intelectual y profesional.
Referencias
- Morin, E. (1982). Para salir del siglo XX. Barcelona: Kairós.
- Morin, E. (2001). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. México:
UNESCO-Dower.
- Morin, E. (2004). Introducción al pensamiento complejo. Madrid: Gedisa.
- Morin, E. (2010). ¿Hacia el abismo? Globalización en el siglo XXI. Barcelona: Paidós.
*Publicado en: Comprensión compleja en la pedagogía - Universidad Intercontinental (uic.mx)
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