Comprender la Inteligencia Artificial (IA)*
El desarrollo de la
tecnociencia, la multiplicidad de sus campos de aplicación y la vertiginosidad de
sus cambios, ha provocado durante la segunda década del siglo XXI lo que muchos
denominan la Cuarta Revolución Industrial. Esta revolución 4.0 viene acompañada
del desarrollo de campos transdisciplinarios como: Nanotecnología, Mecatrónica,
Telemática, Robótica, Biotecnología, Inteligencia Artificial, Tecnología
Digital, entre otras, campos que se complementan o vinculan para nuevas
aplicaciones y ámbitos de desarrollo.
En el caso de la
Inteligencia Artificial (IA) estamos ante un segundo auge. A partir de 2010 los
smartphones le dan un salto muy importante a los móviles y la
incorporación mejorada año con año de Alexa, Siri y Asistente Google daban
muestra de lo que podría continuar. Lo mismo con el desarrollo y uso de chatbots
o bots simplemente, el cual se ha generalizado en las redes sociales
para crear tendencias, incluso, para influir en las decisiones políticas de un segmento
de la sociedad como sucedió con el triunfo de Donald Trump en el 2016. Ahora
bien, el subcampo de la inteligencia artificial más conocido y puesto de moda
es el Aprendizaje Automático (Machine Learning) el cual consiste en el
uso de algoritmos para identificar patrones en grandes almacenamientos de
información y pronosticar resultados probablemente estadísticos. ChatGPT de
OpenAI, Bard de Google y Sydney de Microsoft son ejemplos de este tipo de IA.
Noam Chomsky, Ian Roberts
y Jeffrey Watumull (23-04-2023), dos lingüistas y un experto en inteligencia
artificial respectivamente, dicen que estos programas han sido elogiados como
si se tratara del cumplimiento de una profecía donde las mentes mecánicas
superan a los cerebros humanos tanto cuantitativa como cualitativamente. Si, estos
programas, como ChatGPT, pueden ‘crear’ textos, composiciones musicales,
imágenes, pinturas, entre otras monerías, lo cual ha desatado una tormenta de opiniones
que oscilan entre el triunfalismo y el escándalo; medios comunicación y espacios
académicos, se han dedicado a explicar o sus beneficios, alcances y
magnificencia o los riesgos, reemplazos humanos, posibles conspiraciones y la
definitiva guerra entre las máquinas con I.A. y los humanos.
Quizás ese día llegará -dicen
Chomsky, Roberts y Watumull (2023)- pero aún no, muy “al contrario de lo que se
lee en titulares hiperbólicos y de lo que se calcula mediante inversiones
insensatas”. Superar la inteligencia humana no es posible aún y no será posible
si “los programas de aprendizaje automático como ChatGPT siguen dominando el
campo de la IA. Resulta a la vez cómico y trágico, (…) que se concentren tanto
dinero y atención en algo tan insignificante, algo tan trivial comparado con la
mente humana”. (Chomsky, et. al., 2023) En definitiva, la IA ni es una
panacea, ni es el principio de la dominación maquinal -quizás eso ya sucedió
desde tiempo atrás, pero no de la forma que nos imaginamos. Lo que si queda
claro es que se tiene que conocer y comprender para evitar maniqueísmos
absurdos o fantasías estrambóticas.
Hace unas semanas escuchaba
decir a una experta de la IA aplicada a la educación que ChatGPT y sus
similares son una mera herramienta y que todo depende del uso que le demos, luego,
en esa misma plática escuchaba la alarma de algunos de los asistentes con
respecto a la posible toma de conciencia de la IA y la consecuente dominación sobre
el humano. Y ese es el punto, no es ni una cosa ni la otra. Tampoco podemos
decir que es como un martillo o un desarmador, el hecho que la IA tenga el
acceso o no a ciertas bases de datos, que tenga ciertos algoritmos y no otros,
que se le haya diseñado y programado con un código u otro para resolver ciertos
problemas y limitada a resolver otros, todo eso implica una matriz epistémica e
ideológica y por supuesto un sesgo en cuanto a sus resultados en general. Hemos
visto cómo puede hacer meras generalizaciones ramplonas o uso de información
falsa, lo cual esto sí que es peligroso.
Existen vacíos, retos y
problemas que la IA conlleva y que tenemos que afrontar; aspectos legales y
normativos que urgen atenderse o prever, igual que los aspectos políticos, éticos
y, por supuesto, los educativos, escolares, didácticos. En este caso se va
requerir una política educativa integral dirigida a la formación docente, no
solamente una actualización tecnológica, sino una formación en los aspectos
medulares de la sociedad, cultura y la subjetividad que van a ser modificados
por la incorporación de estos avances a la vida cotidiana y que generarán
transformaciones inéditas.
Para los que estamos en
la docencia estos avances tecnológicos nos ponen en la tarea de conocer
diferentes campos del conocimiento y la tecnología, saber a mayor profundidad
sobre nuestras áreas de formación profesional y, en general, a tener un gran
manejo de la información (discernimiento, jerarquización, análisis, comprensión
e interpretación). Estos son aspectos medulares en la formación docente que
toda política educativa tiene que considerar. La IA no nos superará mientras
nuestra formación sea proporcional a los avances que estamos presenciando so
pena de poner en evidencia nuestra displicencia, nuestra falta de formación y
la carencia de políticas educativas acordes a los cambios por venir.
Por eso es importante
comprender a fondo el funcionamiento de la IA, sus límites y potencialidades
reales y los dilemas que conllevará, esa es la tarea hoy antes de levantar los
brazos al aire en señal de triunfo y júbilo o de mesarse los cabellos y
arrancarse las vestiduras como si de un apocalipsis se tratara. Esta es la
tarea y el gobierno tendría ya que tomar parte.
Referencias
Chomsky, N., Roberts, I.,
& Watumull, J. (2023). La falsa promesa de ChatGPT. Sinpermiso.
Recuperado de: La falsa
promesa de ChatGPT - Ian Roberts, Jeffrey Watumull, Noam Chomsky | Sin Permiso
*Publicado en: Los desafíos educativos ante la Inteligencia Artificial (expansion.mx)
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