LA IDENTIDAD
Una de las características más comunes en las
relaciones amorosas es la mala interpretación que se hace de las actitudes o
acciones de la pareja, ya que es muy común esa necedad, o quizás, necesidad de
querer anticiparse al pensamiento o motivaciones del otro, asumiendo, en
respuesta, actitudes basadas en nuestras percepciones y especulaciones, y no en
el diálogo o solicitud explícita del otro. Dicha circunstancia conlleva a una
serie de malos entendidos, que desemboca en toda clase de confusiones y conflictos,
desde los más sencillos hasta aquellos que culminan con la ruptura de la forma
menos deseable y si deleznable.
“La Identidad” (1996) de Milán Kundera, es una
novela filosófica que ilustra de manera original dichas desavenencias, en la
cual Kundera entrelaza de singular manera la vivencia y
monólogos, por no decir las introspecciones fantasiosas o delirantes de
Jean-Marc y Chantal, los protagonistas de esta historia de amor. Chantal es una mujer
profesionista con dinero, inteligente y mordaz, que estuvo casada algunos años,
llevando una relación moralmente convencional en la cual tuvo un hijo y a causa
de su muerte, la abrumadora y absurda presión de la familia de su marido por
reemplazar la pérdida con otro hijo y al encontrarse con Jean-Marc, decidió divorciarse,
empezando una intensa y apasionada relación amorosa: abierta, contraria a lo
establecido, más no superficial, que la liberara de su vida anterior. Por su
parte Jean Marc, un hombre más joven que ella, es idealista y soñador que busca
a toda costa romper con los estereotipos, sin embargo, una persona que empieza
el vuelo y por lo tanto, con cierta inexperiencia y menor solvencia económica
que Chantal. Viven juntos y hasta cierto momento llevaban una relación
maravillosa. Encarcelados en el mundo que han creado con su propio amor, llegarán
al extremo de la alteridad, es decir, es tanto el amor y el deseo de comprender
al otro que llegan al extremo contrario de no reconocer ni a éste ni a sí
mismos, lo que los conducirá a una larga ruptura entre ambos, mucho antes de
que estén consientes de ésta, y de lo que piensa y siente el otro.
“Identity” (nombre para la edición en inglés), es una novela que hará que se identifiquen con alguno de los protagonistas sino es que con ambos. Sumerge al lector, en la atmósfera que vive cada uno de ellos de tal manera que uno llega a tomar posición y a sentir enteramente el desconcierto y confusión de quién nos identifica, porque ¿quién no ha estado lleno de incertidumbre y de dolor a causa de la ruptura y separación de aquella persona que amas de manera sin igual?. Además, durante el desarrollo de la obra, a través, de refinados diálogos y elucubraciones, remembranzas y fantasías de los personajes, se plantea una serie de críticas a la sociedad, a los convencionalismos, a las actitudes modernas y al desgano generalizado que se vive en las sociedades contemporáneas, empero, el tema central es el amor y, por lo tanto, el miedo, la desesperación, la incongruencia, los celos y la angustia.
Posiblemente
el nombre del libro, responda a ésta posibilidad de llevar al lector sobre sí
mismo, a su mundo interno, en el que se desgarra al revivir sus experiencias
presentes o pasadas, a través de las vivencias, circunstancias y situaciones de
Jean-Marc y Chantal, aunque para tal
caso debería llamarse la Otredad, porque la identidad te conduce a la relación
que cada quien mantiene solo consigo mismo, contrario a la Otredad que te lleva
hacia lo externo, a la diferencia, a los demás y la relación que guardan con el
sí mismo y su formación. Y es el Amor una de las experiencias humanas que te
colocan inevitablemente frente al Otro, una experiencia de alteridad
radical que conduce a la propia
aniquilación del Ser, y en esa violencia, mediada y matizada por el placer y la
alegría, es como se genera una sensación de felicidad-angustia suscitada por la
relación Eros-Tánatos, Eros-Pathos del ser.
Así pues, Milán Kundera pone de relieve tal
condición y la carga con un problema más, a saber, el de la Hermenéutica del
Otro, condenando así a los protagonistas a un infierno, pues como bien decía
Nietzsche ’una cosa es lo que pensamos, otra
lo que hacemos y otra la imagen de lo que hacemos: estamos condenados a la
interpretación’ y esa condena es un infierno y, “L'enfer, c'est l´Autre”
(«El infierno es el Otro»)
decía Jean Paul Sartre, o sino… lean La Identidad
Totalmente de acuerdo contigo, esa interpretación es el silencio destructor que termina con muchas relaciones, pero para evitarlo hay que trabajar cada quién con su mente, porque no solo se trata de preguntar, sino de saber cómo hacer la pregunta, porque el ser humano tiende a adquirir conocimiento por medio de 1,000's de preguntas, pero no siempre se hacce la indicada, por qué esa necedad de querer hacer un breviario de preguntas para llegaar a la particular.... porque no preguntar específicamente lo que queremos saber????....
ResponderEliminarAunque eso es todo 1 arte, plantear una pregunta implica desde el inicio tener muy claro lo que queremos saber y además muchas de esas preguntas ya van condicionadas desde el inicio por la respuesta que queremos obtener y caemos nuevamente en la interpretación.... te mando un pequeño fragmento que me encanta y una gran amiga compartió conmigo en este día:
Dijo Almitra: Háblanos del Amor.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran
voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.
Y cuando su camino sea duro y difícil.
...Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.
Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce nuestros sueños, tal cómo el viento norte
devasta los jardines.
Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el
sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.
Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta
sagrada de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y
convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si, en vuestro miedo, buscáreis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que
cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.
Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con
todas vuestras lágrimas.
El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.
Cuando améis no debéis decir: "Dios está en mi corazón", sino más bien: "Yo estoy en el corazón
de.Dios."
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro
curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.
Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
Saber del dolor de la demasiada ternura.
Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar. Volver al hogar con gratitud en el atardecer.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.
Gibrán Jalil Gibrán
Te quiere tu gran amiga Esther